Hamacas de San Jacinto: el arcoíris recostado
entre las palmeras
La hamaca, una red de hilos
entrelazados, de múltiples colores, que podría ser un arcoiris recostado entre
las palmeras, es un producto artesanal que encontraremos como un elemento
obligatorio de las casas en todos los rincones de Colombia, especialmente en la
Costa del Caribe y en todas las regiones del clima cálido.
La hamaca sirve de cama, sofá,
columpio y, hasta, de cuna para los bebés, pero, para los que probaron la
comodidad de nuestras hamacas colombianas, la diferencia entre la cama y la
hamaca resultará enorme.
La cama nos obliga a coger su
costumbre, ajustándonos a ella, buscando el reposo en una sucesión de
posiciones. La hamaca toma nuestra hechura, contaminase con nuestros hábitos,
repite, dócil y suave, la forma de nuestros cuerpos. La cama es dura, parada,
definitiva. La hamaca es acogedora, comprehensiva, ondulante, tibia.
La hamaca es un elemento propio de las costas colombianas donde el clima
del trópico hace de ella el sitio ideal para descansar al aire libre.
La hamaca era el lecho del indio, Del indio pasó al mestizo criollo, Es
cama y sillón del hombre del pueblo, Viene de la más remota y profunda América;
Forma parte esencial y por ello mismo de una filosofía de vida.
Cuando Cristóbal Colón
desembarcó en América, conoció por primera vez a la hamaca, llamada por los
indígenas de las Antillas INI. Colón observaba con mucha curiosidad cómo
los nativos descansaban plácidamente en ellas. Al regresar a España, se llevó
algunas hamacas que resultaron muy prácticas para los marineros, ya que
reducían el espacio destinado para las camas en los buques y mantenían a los
tripulantes frescos a la hora del reposo.
En este clima tan cálido, no
hay nada más agradable que descansar en una cómoda hamaca que no solamente es
el elemento de la tradición colombiana, sino símbolo de la creatividad,
tranquilidad y armonía de nuestro pueblo con las costumbres ancestrales.
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